Graduación de fin de curso en Infantil y Primaria
La graduación de fin de curso es uno de los acontecimientos que marca el término del año escolar en la mayoría de centros educativos. Se celebra cada vez más y en edades más tempranas: comienzan al terminar el 1º Ciclo de Infantil, con 2 años; al término de la etapa de Educación Infantil, al finalizar Primaria, Secundaria, Bachillerato o Formación Profesional… ah! Y por supuesto, al terminar los estudios universitarios. La graduación de fin de curso es el acontecimiento de actualidad en la mayoría de los colegios en este mes de junio, por eso quiero compartir algunas consideraciones sobre esta celebración.
Graduación de fin de curso: algunas reflexiones
Efectivamente, quiero compartir algunas reflexiones sobre la graduación de fin de curso en las etapas con las que más contacto tengo, Educación Infantil y Primaria. Para ello, voy a presentar los aspectos positivos que esta celebración tiene, pero también algunas cuestiones para pensar y reflexionar sobre ella.
Comienzo con los valores y aspectos positivos que tiene la celebración de la graduación de fin de curso:
1. El trabajo de preparación
En primer lugar hay un gran trabajo de preparación detrás. Con niños tan pequeños, sobre todo en el caso de Infantil, todo lo que los padres contempláis el día de la graduación, ha supuesto mucho esfuerzo de preparación: bailes, representaciones, palabras, preparación del escenario… Aquí los maestros dejan patente su polivalencia y solo ellos son capaces de manejar a unos 40 niños de promedio a la vez. También los padres participáis de ese trabajo, en muchos casos, preparando vestidos y complementos.
2. Esfuerzo de los tutores
La experiencia me dice que los tutores y tutoras hacen un sobre esfuerzo preparando la graduación de fin de curso. Al trabajo diario y cotidiano, se une este plus de preparar la celebración. Muchos tutores y tutoras lo hacéis con especial ilusión preparando una, dos o varias sorpresas, regalos conmemorativos y para el recuerdo. Gran parte de este trabajo se hace en casa, fuera del horario escolar y se ven implicados también no solo los educadores, sino también las propias parejas de los maestros y maestras, los hijos… y los padres de los maestros, en muchos casos.
3. Ilusión para las familias
Para los padres y madres es un momento de especial ilusión, también para los abuelos, tíos… A todos “se les cae la baba” al ver a sus hijos y contemplar, en el acto de la graduación de fin de curso, que pasan etapas, que van creciendo y dan pasitos para dejar de ser niños y hacerse cada vez un poco más adultos. Los padres vivís este acontecimiento con sentimientos contradictorios: la ilusión y la emoción de verlos crecer, pero una cierta pena por dejar atrás etapas y algo de vértigo ante el futuro que comienza.
4. Ejemplo de integración y atención a la diversidad
Por último, quiero destacar que los actos de la graduación de fin de curso son un ejemplo de integración y atención a la diversidad. Los tutores y tutoras tienen un olfato especial para asignar los roles y funciones en el acto a todos los niños, a todos sin exclusión. Porque en la graduación participan todos los niños y niñas de la clase.
Sin embargo, desde mi punto de vista, también hay algunos aspectos de la graduación de fin de curso, especialmente en Educación Infantil y Primaria, que tendríamos que reflexionar, sin intención de ser aguafiestas.
1. Esfuerzo desproporcionado
En muchos casos creo que se hace una inversión desproporcionada en la graduación de fin de curso. Y no me refiero a inversión económica, sino a la inversión de esfuerzo y de tiempo. En muchos casos los preparativos comienzan allá por el mes de marzo, casi tres meses antes. Se le dedica mucho tiempo, tiempo con los niños y tiempo fuera del horario escolar por parte de los profesores y familias. ¿De verdad vale la pena gastar el tiempo y el esfuerzo en la graduación de fin de curso? ¿Tan relevante es en el proceso educativo? Yo me voy a mojar y mi opinión es que es desproporcionado y que ese tiempo y ese esfuerzo debería invertirse en el proceso de aprendizaje. Y no me vale aquello de que los niños aprenden mientras preparan la graduación… si nos ponemos así, los niños aprenden siempre, como dijo uno, “a pesar de la escuela”.
2. Estrés y tensiones
La preparación de la graduación de fin de curso conlleva estrés y tensiones entre los profesores. Los preparativos, las horas y espacios para ensayar…; también entre los profesores y los alumnos, entre los propios alumnos, entre los padres y profesores… En esto pienso lo mismo: ¿Vale la pena crear esta sensación de estrés, de tensión y de mal ambiente durante todo un trimestre por la graduación? ¿Tanto hay en juego?
3. Obligación para los maestros
En los colegios, como en cualquier grupo humano, “las costumbres se hacen leyes” y si un año hay graduación de fin de curso… el año siguiente, no solo hay que celebrarla también, sino que los maestros se ven obligados a superar el listón. Nadie quiere ser diferente y menos cuestionar este acontecimiento. Así que como la asertividad y actuar según las propias convicciones no es algo que abunde entre el profesorado, cada año se ven obligados a llevarla a cabo y a “tirar la casa por la ventana”, como decimos en España, por una razón de tanto peso como la de… “porque siempre se ha hecho así”. Es curioso que los padres se revelen contra el tutor o tutora que no quiera hacer graduación de fin de curso, o que haga un acto demasiado austero. A veces los padres, no sabéis donde apretáis y dónde aflojáis cuando hablamos de la educación de los hijos, y os mostráis muy reivindicativos para algunas cosas… y para otras, miráis para otro lado.
El caso es que la graduación de fin de curso era inicialmente una celebración pensada para aquellos que concluían su graduación universitaria y obtenían un título académico. Ahora, tal y como están las cosas, cuando la graduación llega, los chicos y chicas han vivido cinco graduaciones anteriores: en la escuela infantil, al terminar Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. No sé si en la auténtica graduación llegarán a aburrirse…
Así es nuestra cultura Occidental, en la que cada vez antes, jugamos con los niños a ser mayores, quizás porque nunca alcanzamos la madurez suficiente para ser adultos de verdad.
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