
















Se cuenta que hace muchos siglos, Júpiter, el dios de los romanos, mandó llamar a todos los animales de la tierra.
Quería reunirlos para que le contasen cómo se sentían y si había alguna cosa que les preocupara, sobre todo en relación a su aspecto físico.
– Os he convocado esta tarde porque quiero saber cómo estáis. Si hay algo de vuestro aspecto que os preocupa o queréis presentar alguna queja, contad conmigo que yo intentaré ayudaros a buscar una solución.
Todos se miraron sorprendidos y sin saber qué decir. Viendo que ninguno se animaba a hablar, Júpiter tomó la iniciativa.
– A ver… Por ejemplo, tú, monita ¿Hay algo de ti que no te guste y que quieras cambiar?
– ¿Yo? Ay, no señor, me siento encantada con mi cara y con mi cuerpo. Tengo suerte de ser un animal estilizado y ágil, no como mi amigo el oso, que como ve está gordo y parece una croqueta gigante.
Continuar leyendo