
















Según cuenta una curiosa fábula, un martillo, un tornillo y un trozo de papel de lija decidieron organizar una reunión para discutir algunos problemas que habían surgido entre ellos.
Las tres herramientas, que eran amigas, solían tener peleas a menudo, pero esta vez la cosa pasaba de castaño oscuro y era urgente acabar con las disputas.
A pesar de su buena disposición inicial pronto surgió un problema: chocaban tanto que ni siquiera eran capaces de acordar quién tendría el honor de dirigir el debate.
En un principio el tornillo y la lija pensaron que el mejor candidato era el martillo, pero en un pispás cambiaron de opinión. El tornillo no se cortó un pelo y explicó sus motivos.
– Mira, pensándolo bien, martillo, no debes ser tú el que dirija la asamblea ¡Eres demasiado ruidoso, siempre golpeándolo todo!
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