¿Qué gran incógnita esconde el cuadro Las Meninas?
Estás ante uno de los cuadros más importantes de toda la historia del arte universal: Las Meninas de Diego Velázquez. Es una obra maestra a nivel pictórico y una muestra de la genialidad del pintor, pues se trata de un cuadro mucho más complejo de lo que parece a simple vista.
Vamos a fijarnos detenidamente en él y a descubrir por qué encierra una incógnita que a día de hoy, más de 350 años después de su creación, todavía no ha sido aclarada.
Si te parece, antes vamos a conocer algunos datos sobre el autor y su época.
¿En qué época nació Diego de Velázquez?
Diego Velázquez nació en la próspera ciudad de Sevilla (España) en 1599, justo cuando el siglo XVI estaba a punto de terminar. Su vida y su obra, por tanto, se desarrollaron en los primeros sesenta años del siglo XVII.
Cuando Velázquez vino al mundo, España era un poderoso imperio económico que atravesaba une época magnífica a nivel cultural. Durante estos años se produjo el auge del estilo Barroco y surgieron grandes figuras de la literatura, la poesía, la música, la pintura… ¡Velázquez vivió de lleno el Siglo de Oro de las artes y las letras!
¿Cómo fue su vida?
Se sabe que comenzó su formación artística siendo un niño de diez años. Su gran maestro fue Francisco Pacheco, el pintor más prestigioso de Sevilla, quien le acogió en su casa y le admitió en su taller como aprendiz. Gracias a él, Velázquez aprendió muchísimas técnicas de pintura y empezó a codearse con gente culta e importante de la ciudad.
Ambos se apreciaban y se admiraban mutuamente, y cuando a los 18 años Velázquez obtuvo el título de maestro pintor, Pacheco consintió que se casara con su hija Juana. Al joven pintor no le fue nada mal y nunca la faltaron clientes que le encargaran cuadros.
En 1621 subió al trono de España Felipe IV y Velázquez pensó que era el momento de viajar a Madrid para probar suerte y subir un peldaño más en su carrera artística.
Con 22 años se plantó en la capital del reino para ver qué se cocía por allí y tuvo un gran golpe de suerte, porque poco tiempo después, le dieron la oportunidad de retratar al mismísimo rey.
Felipe IV quedó tan satisfecho y maravillado, que le ordenó trasladarse al palacio real y le nombró pintor de cámara.
¡Para el joven Velázquez tuvo que ser uno de los mejores días de su vida! Ser pintor de cámara significaba convertirse no sólo en el pintor de la familia real y de la corte, sino en el encargado de hacer grandes obras pictóricas para decorar los palacios, pabellones de caza y otras posesiones de la realeza.
A partir de entonces su vida transcurrió entre los reyes y la gente más influyente del país. Instaló su taller dentro del Alcázar Real y su prestigio como pintor fue en ascenso. Con los años, fue distinguido con otros cargos que en aquella época suponían un gran honor, como el de criado personal del rey o supervisor de las reformas que se hacían en palacio.
Sólo había una pequeña pega: a veces no podía pintar todo lo que quería porque tenía que hacer un montón de tareas que le ocupaban mucho tiempo.
Al final de su vida, consiguió su mayor deseo: que le nombraran caballero de la elitista Orden de Santiago.
La obra de Velázquez
Desde muy joven demostró un enorme talento. Observa Vieja friendo huevos, que pintó a la edad de 19 años en Sevilla. En él se aprecia que es un gran retratista y que sabe plasmar de forma genial las calidades y texturas de los objetos (la clara del huevo, la piel rugosa del melón, los metales)…
Por esta época utilizaba la técnica del claroscuro, que consiste en iluminar a las figuras principales del cuadro como si tuvieran un potente foco frente a ellos, dejando el fondo sumido en la oscuridad.
Ya en Madrid, su privilegiada vida en la corte le permitió conocer a fondo las fantásticas colecciones de pintura que atesoraban los reyes y su visión artística empezó a ampliarse. Contemplar obras maestras de otros artistas, sobre todo de su adorado Tiziano, le hizo evolucionar: poco a poco, fue abandonando el tenebrismo de sus primeras obras, como puedes ver en El triunfo de Baco.
¡Ser el pintor más importante de palacio tenía muchísimas ventajas!: cobraba un buen sueldo, le pagaban bien sus cuadros y pudo conocer en persona a grandes pintores, como Rubens.
Además, tuvo la oportunidad de viajar a Italia un par de veces para estudiar de cerca la pintura italiana del momento y cómo no, el arte clásico. Cuanto más se empapaba de todo ello su técnica mejoraba, creando obras como La fragua de Vulcano, cada vez más luminosas y de pinceladas más ligeras.
Esta evolución fue imparable hasta el final de sus días. Velázquez retrató durante años a los reyes, a personajes de la corte como bufones y enanos, pintó cuadros de batallas… Su estilo es cada vez más delicado, los colores más claros y la forma de pintar más libre.
Su mayor preocupación era representar la luz de la forma más natural posible, como ves en La Rendición de Breda, también conocido como Las Lanzas.
Al final de su vida realizó sus dos grandes obras: Las Hilanderas y Las Meninas. En ambos demuestra total maestría en el manejo del pincel, todos sus conocimientos de perspectiva y profundidad, y un dominio absoluto e inigualable de la luz.
¿Por qué es tan importante Las Meninas?
Velázquez pintó Las Meninas en 1656, cuatro años antes de su muerte. Tenía 57 años.
En esta obra volcó toda su sabiduría, fruto de muchos años de observación, práctica y estudio.
Consiguió adelantarse a su época en la manera de pintar, ya que logró trasmitir realismo con pocos colores y pocas pinceladas. Puedes verlo en el adorno del vestido de la infanta Margarita ¿A que de cerca parece un borrón hecho deprisa y corriendo?
En cierto modo, ya usaba la técnica que a fines del siglo XIX, adoptarán los pintores impresionistas (Pincha para ver un ejemplo: Moulin de la Galette).
Respecto a la profundidad y a la manera de iluminar el cuadro, consigue crear una atmósfera que difumina los contornos y hace que los colores sean más apagados y menos nítidos cuanto más lejos están las figuras ¡Da la sensación de que el aire de la sala casi se puede tocar!
Este método para crear sensación de profundidad se conoce como perspectiva aérea y Velázquez fue el maestro indiscutible.
¿Qué nos cuenta Las Meninas?
La obra representa un momento de la vida en palacio.
En el centro aparece la infanta Margarita, a la edad de cinco años, rodeada de un grupo de sirvientes. A cada lado, hay una doncella. Estas muchachas, que debían acompañarla y atenderla, eran conocidas como meninas y de ahí el nombre del cuadro.
A la derecha vemos dos enanos, uno de ellos jugando con un perro mastín, y a otros servidores de la corte: dos que están charlando y uno al fondo que parece abrir una puerta. Y por supuesto, distinguimos a Velázquez, que se representa a sí mismo trabajando en un enorme lienzo con la paleta y el pincel en las manos.
¿Dónde está la incógnita del cuadro de las Meninas?
Si a nivel técnico es una genialidad, el argumento es apasionante. El cuadro encierra muchos misterios, pero vamos a centrarnos en la incógnita principal que durante años ha traído de cabeza no sólo a los estudiosos del arte, sino a todos los que nos paramos a contemplarlo.
Obsérvalo durante un rato ¿No te da la sensación de que algunos personajes traspasan el cuadro con la mirada, hacia afuera, donde estás tú? Es como si hubiera sucedido algo frente a ellos que llama su atención, pero ¿qué puede ser?… ¡Ahí está el quid de la cuestión!
Para entender algo más, tienes que buscar a los padres de Margarita dentro del cuadro. Son los reyes Felipe IV y Mariana de Austria.
¡Ah! ¿Que no los ves? Pues te aseguro que están ahí. Tómate el tiempo necesario para encontrarlos.
¡Claro, son las figuras que aparecen difuminadas en el espejo del fondo! Velázquez no los pinta junto a los demás personajes, sino reflejados en un espejo.
Ahora, mira el cuadro de nuevo y piensa: si los reyes no están en la sala pero se reflejan en el espejo… ¿Dónde están los reyes? ¿Crees que están en el lugar del espectador, es decir, donde estás tú?
Si crees que sí, la historia podría ser algo parecido a esto:
Velázquez está un día cualquiera trabajando en palacio. No sabemos qué cuadro pinta, porque no lo vemos. Por allí está la infanta Margarita acompañada de su séquito, cuando de repente, los reyes entran por sorpresa en la sala. Algunos se dan cuenta y levantan la mirada. Se supone que los reyes están donde estás tú como espectador y por eso se reflejan en el espejo del fondo ¿Lo ves?
Velázquez incluye a los reyes en el cuadro de una manera muy ingeniosa: nos hace saber que están ahí, en la sala con los demás, aunque no los veamos en la escena.
Pero claro, también hay otra opción. Observa la imagen de nuevo.
¿Y si los reyes no acaban de entrar, sino que han estado posando para el pintor?
Veamos esta posibilidad:
Imagina que los reyes están sentados porque Velázquez les está haciendo un retrato. Su hija ha decidido bajar a la sala a ver cómo va la cosa junto al resto de acompañantes. De repente, el rey y la reina deciden que ha llegado la hora de irse y que ya seguirán posando otro día. Se levantan de sus asientos y al ponerse de pie, el espejo de fondo capta su imagen. Velázquez deja de pintar y les mira, al igual que la infanta Margarita y otros sirvientes.
Si esto fuese así, hay un misterio que quedaría resuelto ¿Sabes cuál?… ¡Claro! Sabríamos qué cuadro está pintando Velázquez: ¡el retrato de los reyes!
Según cómo interpretemos lo que sucede, desvelamos cosas del cuadro que en realidad no vemos ¿No te parece magistral?
Por si esto fuera poco, hay todavía más alternativas, como puedes ver en el dibujo superior: que el espejo no refleje la imagen de los reyes, ni entrando ni levantándose después de posar, porque… ¿Y si lo que refleja es lo que Velázquez está pintando?
En realidad, nosotros sólo vemos la parte de atrás del cuadro, el bastidor, pero si te fijas, está girado hacia el espejo ¡Quizá Velázquez está pintando a los reyes y es el lienzo lo que se refleja!
Hay quien riza el rizo y opina que se retrata a sí mismo pintando Las Meninas y en ese momento aparecen los reyes. Aunque no lo veamos, serían Las Meninas dentro de Las Meninas.
Y tú… ¿Cuál crees que es la solución a esta gran incógnita? ¿Cuál es la que te convence más?
Velázquez nos introduce en la pintura y nos invita a jugar, a pensar, a descifrar lo que está sucediendo justo en ese momento congelado en el tiempo.
La genialidad del genio
Quizá te haya resultado un poco complicado, pero espero que haya servido para despertar tu curiosidad y apreciar un poco más la grandeza de esta obra en la que Velázquez quiso dejar clarísimo que era un genio en todos los sentidos.
Para terminar, aquí tienes un interesante vídeo del Museo del Prado de Madrid, en el que los personajes del cuadro cobran vida ¡Espero que te guste!
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