Motricidad gruesa
La motricidad gruesa forma parte de la psicomotricidad infantil, que se refiere al desarrollo de habilidades motoras que implican varios movimientos de los músculos del cuerpo y la agilidad con la que se realizan los mismos. Estos movimientos considerados globales y amplios del cuerpo se catalogan como motricidad gruesa y están directamente relacionados con la capacidad de mantener el equilibrio y realizar cambios de posición del cuerpo con destreza.
Todas estas habilidades requieren cierto grado de desarrollo motor y promover su mejoramiento y formación, ayuda a que puedan participar con mayor agilidad y facilidad tanto en actividades cotidianas en los hogares, así como en espacios recreativos en la escuela. Normalmente se espera a que, en cierta edad, la infancia pueda cumplir unos objetivos de motricidad, si no se alcanzan puede convertirse en un desafío que, de una u otra manera, puede afectar su desempeño escolar y en algunos casos a su autoestima y vida social.
Si tiene dudas sobre el nivel de actividad de las habilidades motoras de su niño o niña, es recomendable asesorarse por si se trata de algún trastorno del desarrollo de la coordinación o principios de dispraxia. Si es el caso, es probable que requiera de apoyo mediante terapia física o terapia ocupacional. A continuación, te enseñamos lo que debes saber sobre la motricidad gruesa.
¿Qué es la motricidad gruesa?
La motricidad gruesa son todas aquellas acciones que podemos realizar gracias a nuestra capacidad de coordinar el sistema nervioso central y su función sobre la contracción muscular de nuestro cuerpo. Estas habilidades son perfeccionables y se pueden mejorar con práctica o mediante la experiencia.
Podemos decir entonces que la motricidad gruesa es la capacidad adquirida para ejecutar movimientos con varios grupos musculares, permitiendo realizar acciones como correr, saltar, dar volteretas, levantarse, trasladar o atrapar objetos. También en la bipedestación estática o habilidad para mantenerse en pie con equilibrio, en la sedestación (mantenerse sentado de forma autónoma) y en el control de los movimientos de la cabeza, entre otros muchos más.
La motricidad gruesa obedece a dos principios fundamentales psicofisiológicos:
- Céfalo-caudal: se refiere a los movimientos que sigue el eje longitudinal del cuerpo desde la cabeza hasta el coxis.
- Próximo-distal: son las respuestas motrices realizadas desde el eje central del cuerpo hacia las extremidades.
Diferencias entre motricidad fina y gruesa
El desarrollo de la motricidad difiere en el movimiento y la complejidad de las acciones que realizan los músculos del cuerpo humano dando lugar a estas diferencias:
- En la motricidad fina se desarrollan movimientos más precisos que pueden ser ejecutados por músculos un poco más pequeños, como por ejemplo: tomar objetos entre el dedo índice y el dedo pulgar realizando el agarre de pinza (fundamental para el desenvolvimiento del ser humano en casi todas las tareas diarias). Las acciones de la motricidad fina pueden ser también realizadas por otras partes de las extremidades del cuerpo humano como las manos, las muñecas, todos los dedos de las manos, los dedos de los pies, los pies e incluso músculos de la cara o por el órgano muscular móvil de nuestra boca, la lengua.
- Las respuestas globales del cuerpo en la motricidad gruesa son movimientos amplios que se pueden desplazar en el espacio físico o mantener en una posición estable, como, por ejemplo, una postura de yoga. Por otra parte, las respuestas específicas de la motricidad fina requieren coordinación entre el ojo y la mano para realizar movimientos localizados, por ejemplo, dibujar o atarse los zapatos.
- Otra de las diferencias más características entre la motricidad gruesa y la fina es que fisiológicamente primero se fortalecen los músculos más grandes que dan paso a los movimientos amplios y posteriormente empieza a evolucionar el desarrollo de movimientos finos, en este sentido es posible observar que un niño o niña controla antes los movimientos de sus brazos, que los movimientos precisos de los dedos.
¿Para qué sirve?
Todas estas habilidades motoras de la motricidad gruesa las utilizamos para realizar actividades cotidianas y con el tiempo muchas las ejecutamos de manera automática, ya que el cuerpo está entrenado para realizarlas sin mayor esfuerzo. Eso se debe a que nuestro cuerpo ya está acostumbrado a ciertas acciones necesarias para vivir.
La motricidad gruesa permite desarrollar una conciencia corporal a partir de movimientos segmentados, lo que significa con el tiempo mayor autonomía en acciones corporales necesarias para tener una vida funcional. La coordinación entre los músculos y el sistema neurológico de la motricidad gruesa están relacionadas con el equilibrio, la capacidad de determinar dónde está nuestro cuerpo en el espacio y cómo se mueve, y el tiempo de reacción de los músculos entrenados ante los estímulos del ambiente. Por ejemplo, atrapar una pelota, bailar o patinar.
Cómo mejorar la motricidad gruesa
Existen muchas actividades que motivan el desarrollo de los músculos de la motricidad gruesa. Estos ejercicios se pueden realizar mediante juegos intencionados y divertidos dependiendo de las edades y el desarrollo psicomotor.
Algunas actividades para realizar son: circuitos con formas o aros, recorridos con obstáculos, túneles de reptación, recoger objetos del suelo sin perder el equilibrio, mover objetos de un lado al otro, lanzar objetos apuntando a un objetivo, saltar con uno o ambos pies con o sin obstáculos, caminar sobre una línea tratando de mantener el equilibrio en la trayectoria, pasar por encima y por debajo de una cuerda o saltar a la comba.
Motricidad gruesa en niños y niñas
Varios psicomotricistas indican que el desarrollo de las habilidades motoras integra, además de habilidades físicas o sensorio-motrices, también interacciones cognitivas, emocionales y psicosociales. El desarrollo psicomotor grueso en la etapa infantil es fundamental para el neuroaprendizaje estableciendo conexiones entre los dos hemisferios cerebrales que generan la adquisición de capacidades como la integración bilateral, orientación, lateralidad, equilibrio y coordinación necesarias para la exploración y reconocimiento del medio. Además aumenta la confianza en sí mismo, su nivel de autoestima y la autonomía para desenvolverse en su entorno.