La empatía, el radar emocional de la inteligencia
La empatía se conoce habitualmente como la habilidad para ponerse en los zapatos de otro. Puede que sea por eso por lo que algunos se niegan a aplicarla. Al fin y al cabo, ¿quién quiere llevar en los pies un calzado sudado y de una talla ajena? Evidentemente esta visión de la empatía no sólo no es la más acertada sino que no representa lo que Daniel Goleman (psicólogo estadounidense) quería expresar cuando la incluyó como un componente de la inteligencia emocional.
¿Qué es la empatía?
La empatía es la capacidad para encender nuestro radar emocional para captar los sentimientos, las necesidades y las preocupaciones de otras personas, usando esa información para interactuar con ellas de una forma más eficaz.
Consiste en comprender sin juzgar y actuar constructivamente gestionando las propias emociones y las ajenas. Se trata, en definitiva, de ponerse en el lugar del otro o la otra y hacerle sentir que realmente es eso lo que has hecho.
¿Cuáles son sus componentes?
La empatía, a su vez, comprende diferentes competencias:
¿Cómo se desarrolla?
El ser humano no es empático por naturaleza. La realidad es que nacemos egoístas (de ahí el llamado egocentrismo de la primera etapa de la vida). Un bebé que tiene hambre no se preocupa de si su madre ha dormido o no, sólo de satisfacer su necesidad primaria de recibir alimento.
Por lo tanto, la empatía es algo que depende del correcto desarrollo socioemocional que tiene su origen en nuestra capacidad cerebral para imitar a otras personas.
¿Qué rasgos caracterizan a las personas empáticas?
Algunos de las pistas para detectar a una persona empática son:
¿Es posible entrenar esta capacidad?
No sólo es posible sino conveniente para la vida en sociedad. De hecho, hay quienes definen la empatía como “el pegamento social”. Un pegamento que debe comenzar a fraguarse desde la primera infancia y continuar fabricándose toda la vida.
¿Qué mecanismos existen para desarrollar la empatía?
La lista es larga porque depende de la edad, las circunstancias, la personalidad de cada uno/a,… ya que cada caso y cada persona es diferente.
No obstante, unas primeras pautas para trabajar la empatía con los más pequeños tanto en casa como en el colegio, serían:
- Mantener una expresión corporal que transmita una actitud de apertura hacia el discurso ajeno.
- Mostrar cercanía y ausencia de prejuicios.
- Desarrollar la escucha activa.
- Utilizar situaciones emergentes de conflicto para debatir sobre cómo solucionarlas de una forma empática.
- Suscitar la reflexión sobre cómo se sienten los demás apoyándose en cuentos o imágenes.
- Servir como modelo de comportamiento empático.
En resumen…
La empatía es una ventaja de que disponemos para actuar más inteligentemente en nuestras relaciones sociales que, además, tiende a hacernos sentir bien e integrados en el contexto en que vivimos. Llegar a este punto sólo depende de no ser perezosos emocionalmente y entrenarla.