Efecto Pigmalión
De acuerdo con la mitología griega, Pigmalión fue un escultor que, cansado de buscar a la mujer perfecta, comenzó a esculpirla con sus propias manos. La diosa Afrodita al ver su dedicación, le concedió el deseo de traer a la vida a Galatea, su obra más maravillosa, para que Pigmalión se enamorase de ella y consumaran su amor.
Basado en la leyenda, el efecto Pigmalión se refiere al poder que tienen nuestras expectativas sobre otras personas, haciéndolas capaces de cumplirlas. Es decir, actuaremos de acuerdo a lo que pensamos que otros pueden lograr, consiguiendo que, de hecho, alcancen lo que anticipamos.
El poder las expectativas radica en cómo nos condiciona para actuar de forma coherente a lo que pensamos. Si creemos que alguien debe ser de cierta forma, entonces tendremos un trato con esa persona que valide nuestro pensamiento.
Entendiendo a Pigmalión
El efecto Pigmalión fue estudiado por Robert Rosenthal, quien descubrió a través de unos experimentos, que las creencias de un profesor sobre el rendimiento de sus alumnos, puede afectar su comportamiento. Podemos entender el fenómeno como una proyección de nuestras propias expectativas hacia otras personas, haciendo además todo lo posible para que esas personas realmente cumplan con lo que esperamos de ellas.
De acuerdo a nuestro sistema de creencias, crianza, educación, etc., se moldean nuestras esperanzas sobre el mundo que nos rodea. Si estas son altas, tendemos a hacer lo posible por alcanzarlas, así mismo si son bajas. El cerebro de alguna forma nos empuja de manera inconsciente a realizar actividades que refuerzan los hechos en los que creemos, para así siempre darnos la razón a cuanto a las premisas originales; esto también se conoce como la profecía autocumplida. Así, si creemos que una persona puede alcanzar ciertas metas o niveles de superación, haremos todo en nuestro alcance para incentivarla a que lo logre.
Pero, el efecto Pigmalión puede irse hacia el lado contrario. Si creemos que alguien solo tiene un mal rendimiento, nuestro comportamiento tenderá a cumplir objetivos que hagan posible que esa persona obtenga resultados pésimos. Es decir, que nuestras creencias negativas también pueden verse reflejadas en los resultados negativos de las otras personas.
Tipos de Efectos Pigmalión
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Positivo
En este lado del espectro, se trata de que la otra persona, sea motivada e impulsada a lograr sus metas. Todo dentro del marco de la realidad, es decir, sin crear expectativas falsas acerca de sus habilidades, pero impulsándola a saciar su curiosidad poniéndolas a prueba.
En el efecto Pigmalión positivo siempre se orienta a la motivación y el acompañamiento. La otra persona debe ser capaz de probarse a sí misma, pues esto potencia su autoestima y genera un efecto avalancha sobre ella. Es decir, si alguien se siente capaz de probarse en una tarea, se creerá capaz de probarse en muchas otras tareas diferentes, aunque falle, la sensación de sentirse capaz, lo hará explorar cosas que promuevan un sentimiento de satisfacción consigo mismo.
Además de la autoestima promueve la resiliencia, pues ante el fracaso, una persona que ha sido estimulada de forma adecuada será capaz de enfrentarlo de forma proactiva.
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Negativo
El efecto Pigmalión puede retrasar o anular el crecimiento de una persona si se usa de forma negativa. Así cómo es posible depositar expectativas positivas, también es posible hacerlo con las negativas, de tal manera que el impacto sobre la otra persona es tal, que esta no puede desarrollar todo su potencial.
Una de las formas más comunes de manifestar el efecto Pigmalión de forma negativa, es través de las etiquetas. Si a una persona se le cataloga o etiqueta con adjetivos despectivos, esta llegará a creárselos, limitando todas las aptitudes que puede llegar a desarrollar, pero, además, la persona que etiqueta siempre verá cómo su juicio de valor se confirma.
Por ejemplo, si un padre cataloga a un hijo como holgazán o inútil, eventualmente el hijo creerá que es un inútil, realizando actos o no realizándolos en absoluto, que reafirmen su identidad como alguien inútil. Reforzando así la etiqueta negativa de su padre, quien, al ver que no estaba equivocado en su premisa original, nunca corregirá su error.
La proyección y el efecto Pigmalión
Si pensamos que alguien nos va decepcionar, haremos todo lo posible para que las acciones de esa persona en efecto nos decepcionen. Nuestro inconsciente programará nuestra percepción en solo coger lo malo, aun cuando esa persona ni siquiera está siendo consciente de la clase de juicio al que se le somete.
De igual forma funciona para obtener resultados positivos. Si pensamos que una persona nos va a traer buenos resultados y tenemos altas expectativas en ella, siempre sus acciones se verán como una recompensa a la fe que proyectamos. No solo nuestra mente nos induce a pensar que esa persona esté realizando buenas acciones para nosotros, sino que además la incentivamos para ello. De alguna sesgamos nuestro juicio según nuestras expectativas.
El efecto Pigmalión en la educación
Ya que el efecto Pigmalión puede entenderse como una proyección sobre terceros, dentro de un aula de clases es posible observarse el fenómeno. De hecho, los experimentos realizados por Rosenthal y Jacobsen en 1968 estuvieron dirigidos a este campo.
Profesores que tienen altas expectativas en el rendimiento de ciertos alumnos, les proveen de las herramientas para que cumplan con lo que se espera de ellos. Sin embargo, lo mismo ocurre con los alumnos con bajo rendimiento. En efecto, si se cree que un alumno tiene bajo rendimiento, es posible que solo se observen resultados mediocres, aun cuando estos alumnos puedan ser competitivos con el resto de la clase.
En el campo educativo más que en el hogar o el campo empresarial, es donde predomina el efecto Pigmalión. Siendo este la base de muchas otras dinámicas que los niños o jóvenes desarrollaran en el futuro, es importante detectar las interacciones nocivas a tiempo. Tomando los correctivos necesarios, se evita que estas dinámicas se continúen propagando.
Un círculo vicioso
El problema cuando se observa este fenómeno dentro de una clase, es que se genera una especie de ciclo sin fin. Lo podemos ver así: un profesor espera que un estudiante no rinda lo suficiente en un examen, por lo que al momento de explicar sus ideas tiene poco interés en que el alumno preste atención o absorba la información, por lo tanto, el alumno suspenda el examen, pues no se le dieron las herramientas necesarias para aprobarlo. El profesor al comprobar su premisa, sigue sin estimular al estudiante de forma adecuada, creando así un círculo de nunca acabar. Exactamente lo mismo sucede con estudiantes que obtienen buenas calificaciones.
En el caso de los buenos estudiantes, estos se ven constantemente recompensados por su rendimiento, incluso cuando fallan, siguen recibiendo más estimulación, pues siempre se espera obtener lo mejor de ellos.
Lamentablemente esto puede observarse en muchos ámbitos escolares a lo largo del mundo. Siendo una situación que pasa desapercibida por toda la comunidad estudiantil: padres, alumnos y profesores. Pues una vez experimentado el fenómeno es casi difícil ver más allá de las presunciones asumidas.
Además, muchas generaciones fueron educadas bajo este sistema sin darse cuenta de esto, lo que ha ido creando un efecto bola nieve que se ha ido traspasando de generación en generación. Lo que ha hecho difícil salir de la rueda de la propagación de estigmas negativos en alumnos, de manera injusta.
Aplicaciones en el aula y en la educación
- El tratamiento del efecto Pigmalión debe ser un trabajo multilateral. La responsabilidad no solo recae en el profesor, también en los padres y en los demás alumnos. Deben trabajarse las expectativas desde diferentes flancos.
- El profesor siempre debe mostrar una postura neutral ante las situaciones y retos que presentan cada alumno. Debe evitar emitir juicios sin tener los conocimientos necesarios en cuanto al entorno de desarrollo del alumno.
- Independientemente del punto anterior, es recomendable evitar las etiquetas. Ningún niño debe creer ser algo que no es.
- Se debe fomentar el desarrollo individual pero también el colectivo. El profesor debe crear un ambiente donde se espere lo mejor de todos, pero desde sus propias habilidades individuales.
- Deben establecerse canales de comunicación sinceros, para manejar de manera más efectiva el desarrollo de las expectativas individuales y colectivas.
- Siempre se debe apostar por una educación integral donde se fomente los mejor de cada alumno participante.
- Se deben crear dinámicas donde se promueva el trabajo en equipo. Mientras se alimenten las individualidades y se haga pensar que algunos tienen más posibilidades que otros, existe una mayor tendencia de desarrollar efecto Pigmalión
- Recompensar de manera justa los logros alcanzados incentivando y respetando las características individuales de cada alumno.
- Establecer actividades que fortalecen la autoconfianza en cada alumno. Mientras se motive la autoestima, se creará una base de expectativas positivas.
- Potenciar las habilidades donde cada alumno se destaque, al mismo tiempo incentivar la curiosidad para que cada alumno se pruebe en diferentes áreas.
- Las expectativas positivas que se fomenten siempre deben estar basadas en una base sólida. Si se fomentan expectativas ilusorias, se creará frustración dentro de los alumnos.
Creando un ambiente de aprendizaje
Algo que debe crearse, se haya detectado o no el efecto Pigmalión dentro de un aula, es un ambiente favorable para todos los estudiantes. Pero, esto es un trabajo organizado que partiría desde la base fundamental de un alumno, que es el hogar.
Los padres deben involucrarse de forma proactiva en la dinámica que se desarrolla en el aula, sin intervenir directamente en las interacciones que allí se desarrollan; porque de hecho no son su campo de acción. Aun así, deben estimular a sus hijos para que puedan expresar sus habilidades y aprender a reconocer sus deficiencias, respetando el desarrollo individual de sus compañeros y la guía de su profesor.
El profesor debe ser garante siempre de una adecuada estimulación. No solo debe impartir conocimientos y evaluar el progreso académico, debe fomentar la curiosidad y el crecimiento de cada uno de sus alumnos. Así, el conocimiento impartido se fija de manera más adecuada en sus alumnos.
Es importante evitar que los alumnos se guíen por etiquetas impuestas o autoimpuestas, pues el efecto Pigmalión negativo no solo puede venir de la relación profesor alumno, también se puede desarrollar en las dinámicas propias de los alumnos dentro del aula de clase.
Dentro de este ambiente de trabajo siempre debe implementarse un grado de expectativas generalmente positivas para todo el grupo de parte de profesores y padres. Hacer que los mismos alumnos se consideren como un conjunto capaz de lograr objetivos. Esto a nivel individual, crea las condiciones para alcanzar metas, y promueve la autoestima.